Modelo
Agroexportador
Elaborado por: Daiana Bacman yTomás Palmisano
Introducción
Antes de comenzar a
desarrollar las características del modelo agroexportador es necesario aclarar
que tanto esta clase como la siguiente se basan en la utilización de una forma
de ordenamiento de la realidad específica que está por detrás del concepto de “modelo”.
Un modelo económico es “una representación o propuesta proposicional o
metodológica acerca de algún proceso o fenómeno económico.” Es una
representación ideal o simplificada que ayudan a la comprensión de sistemas
reales más complejos que permite hacer afirmaciones generales sobre la realidad
que representa, y en eso reside su valor, que siendo más fácilmente
comprensible que la propia realidad que modeliza. Un buen modelo económico
requiere de Simplificación y Selección de los aspectos relevantes. Esta
definición se acerca a la de Max Weber (2006) sobre el tipo ideal entendido
como una construcción teórico-metodológica de carácter utópico en tanto
circunscribe un conjunto ordenado y no contradictorio de conexiones
conceptuales obtenidas a partir del realce conceptual de ciertos elementos de
la realidad: uno o varios puntos de vista; heterogéneos fenómenos singulares,
difusos y discretos; fenómenos que encajan en aquellos puntos de vista; etc. En
palabras del autor, la relación entre el tipo ideal y “los hechos empíricamente
dados de la vida consiste exclusivamente en esto: allí donde en la realidad se
comprueba o se supone que en algún grado operan de hecho conexiones del tipo
abstractamente representado en aquella construcción […] podemos ilustrar y
volver comprensible pragmáticamente la especificación de tal conexión en un
tipo ideal” (Weber, 1973: 79). El aporte de esta herramienta metodológica se
encuentra por tanto en la posibilidad de confrontar este “núcleo conceptual”
con ciertas variables registradas en lo empírico y de esta manera proponer una
determinada lectura de la vasta heterogeneidad que conforma lo social.
Entendiendo esta
particularidad, y antes de adentrarnos en la variable que consideramos más
relevantes para la materia, consideramos pertinente dar algunos detalles
generales del Modelo Agroexportador.
Características
generales
Período de tiempo
1880-1930
Tierra
Uno de los hitos que puede
considerarse como fundantes de este modelo económico fue la “Campaña al
Desierto” que se desarrolló entre 1878 y 1885. Por medio de una violenta
avanzada militar que dejó como saldo la muerte y el desplazamiento de miles de
personas pertenecientes a los pueblos indígenas de la zona centro-sur y norte
de Argentina. En términos productivos, este proceso produjo la ampliación de la
frontera agraria y su articulación con la creciente demanda internacional de
productos primarios. Las tierras incorporadas al mercado se encontraban ya
distribuidas previamente a partir de un empréstito internacional solicitado
para financiar la movilización militar que afectó 10.000.000 de hectáreas. El
resto de las tierras, que algunos autores ubican en torno a las 40 millones de
hectáreas, se remataron en diversas circunstancias y en 1885 se otorgaron como
premios a los militares participantes de acuerdo a su grado militar y a los
proveedores del ejército. Como resultado, aumentó la importancia de la gran
propiedad y de la clase terrateniente que logró acrecentar sus posesiones.
Fuertemente
articulada a esta expansión territorial, hay un creciente desarrollo de la
infraestructura y las comunicaciones, de las cuales el ferrocarril es el
ejemplo más notable.
Tierras anexadas a partir
de la Campaña al Desierto
Recuperado de https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=2008142
Condiciones políticas
A partir de la década de
1880 se consolida la supremacía político-militar del Partido Autonomista
Nacional (PAN) a partir del ascenso de Julio Argentino Roca quien había
acumulado importante capital político tras la Conquista del Desierto pues fue
uno de los principales impulsores en su rol de Ministro de Guerra. Durante los
sucesivos gobiernos del PAN, el Estado fue un actor fundamental en la creación
de las condiciones de consolidación del modelo agroexportador en un contexto de
estabilidad política (al menos al interior de las elites) y crecimiento
económico. Con el fortalecimiento del aparato militar y el creciente desarrollo
de algunas instituciones el Estado fue capaz de garantizar “paz y orden”
siempre atento a las demandas rurales aunque no exento de conflictos sociales
diversos
Tras años de la
hegemonía del PAN y luego de la instauración del sufragio secreto, universal y
obligatorio, se consolida una nueva fuerza política: la Unión Cívica Radical.
En lo que
respecta a las vertientes del pensamiento económico, durante la mayoría del
período hubo una hegemonía del pensamiento económico librecambista que defendía
la distribución internacional del trabajo anclada en las ventajas comparativas.
En este contexto, por la abundancia y fertilidad de sus tierras, Argentina
debía orientar su economía a la producción agropecuaria.
Sociedad
También a partir de 1880 y
hasta 1930 se registra un importante proceso de inmigración masiva que permite
suplir paulatinamente la demanda de mano de obra en el sector rural y urbano.
Más allá de la dinámica floreciente del mercado de trabajo, la creciente
desigualdad social, que quedaba más en evidencia en las diversas crisis
cíclicas, generó constantes conflictos sociales disparados por las condiciones
de vida y trabajo de los sectores populares. Esta polarización se hizo
manifiesta en las pautas de consumo y de vida de los sectores dominantes
conectados con la propiedad de la tierra y las empresas del modelo
agroexportador y las poblaciones urbanas (cuyo ejemplo arquetípico es la vida
en el conventillo) y rurales (que muestran sus mayores tensiones en el paro de
arrendatarios de 1912 conocido como El grito de Alcorta).
Economía. El rol del sector
externo
La
incorporación al mercado mundial de nuevas extensiones fue a la par de una
fuerte valorización de la tierra por la expansión de la ganadería vacuna y la
agricultura granaria y el crecimiento del comercio exterior. La división internacional
del trabajo imperante durante
la
mayor parte del siglo XIX y comienzos del XX estuvo signada por la primacía de
Gran Bretaña.
Cuadro 1
Fuente: Rapoport, 2006, p. 78.
Para el caso de las
exportaciones argentinas, Gran Bretaña fue paulatinamente ganando peso
porcentual desplazando a Francia y Bélgica al punto que para la década de 1910
ya absorbía más del 25% de los productos nacionales vendidos al exterior. La
composición de esas ventas estaba concentrada en mercancías agropecuarias
producidas principalmente en la región pampeana y el Litoral: carne vacuna y
ovina, y cereales como el trigo, maíz y lino. En el caso de las importaciones,
el crecimiento poblacional se conectó con la presión exportadora de los países
industrializados más allá de las fronteras europeas y Argentina funcionó como
un mercado interesante para el excedente de manufacturas. Como muestra el
cuadro 1, el rubro más importante de productos comprados en el exterior
correspondió en la época a los bienes de consumo (textiles), seguido por los
bienes de capital (material ferroviario) y materias primas (materiales de la
construcción y carbón).
Fuente: Rapoport, 2006, p. 80.
Avanzando en los
componentes del Balance de Pagos, entendido como el registro de las
transacciones económicas internacionales, y luego de haber reconstruido
someramente la balanza comercial, proponemos avanzar con los componentes del
Balance de Capital. En este punto vale la pena destacar el fuerte componente de
las inversiones extranjeras directas que se orientaron a los ferrocarriles,
frigoríficos (Trust de Chicago), obras públicas portuarias y sanitarias,
construcción de viviendas. En este punto se hace evidente las dificultades que
se originaron a partir de la creciente influencia de la economía norteamericana
en Argentina pues tenía una canasta de productos de exportación similar a la
nacional (economía competitiva) pero a su vez logró paulatinamente aumentar la
colocación de productos manufacturados en el país generando un fuerte
desequilibrio de la balanza comercial entre ambos. Además, tras la Primera
Guerra Mundial se produjo una intensa corriente de inversiones de Estados
Unidos hacia Argentina en sectores productivos de bienes de consumo básicos e
intermedios a la vez que incrementaba la compra al país del norte de hierro,
acero, maquinarias, etc.
Es importante destacar que
según Rapoport (2006) la calidad y cantidad de datos disponibles hacen muy
difícil calcular el monto del endeudamiento argentino., pero en términos
generales, el Estado utilizaba diversos mecanismos de endeudamiento externo que
estimulaban los procesos de expansión pero también traían fuertes consecuencias
en los momentos de crisis.
A partir de la Primera
Guerra Mundial se produjo un reacomodamiento de las potencias hegemónicas
globales que tuvo al ascenso de Estados Unidos como principal resultado. En
términos económicos, esto implicó una creciente participación de la economía
norteamericana tanto en la exportación de productos primarios como bienes de
capital. Más aún, la política de sostenimiento del patrón oro, y las
dificultades británicas tras la posguerra, obligaron a que Estados Unidos
actuara más profundamente en el sostenimiento de la estabilidad monetaria
global. Mientras duró el crecimiento sostenido norteamericano de la década de
1920 la situación mundial se mantuvo estable pero la crisis de sobreproducción
que bajaría los rendimientos económicos que culminó con el crack de la bolsa en
1929 puso en tela de juicio tanto el orden económico global como los paradigmas
económicos hegemónicos. En nuestro país, la crisis pone en evidencia la
profundidad de la vulnerabilidad externa que se sumó a un estancamiento
relativo del agro pampeano a partir del registro de la caída de la tasa de
crecimiento. Frente a la inestabilidad de precios y producción se avanzarán con
algunas políticas regulatorias como la creación de la Juntas Nacional de Granos
y la de Carnes entre otras.
Política fiscal
El país está en
constante déficit. No hay crédito interno ni externo. Pues, ¿de dónde se sacan
los recursos para atender los gastos que actualmente se hacen?. Los impuestos
no es posible aumentarlos por el momento, porque en la situación en que se
encuentran el comercio y la industria sería precipitar su ruina. No queda otro
recurso que someterse a una vida frugal, casi franciscana, para que, por medio
de la economía se puedan pagar las calavereadas anteriores. Debe colocarse a la
administración en un pié de moralidad y orden que le permita recobrar el
crédito que hoy le falta. Deben convencerse los vividores de la política, los
que hacen gala de haber servido al país; cuando no han hecho sino vivir a costa
de él y por consecuencia de los contribuyentes. Ya hizo crisis la enfermedad,
hoy el país está en completa anemia, no podrán seguir chupándole la sangre,
pues en vez de sacársela hay que reconfortarlo para que pueda vivir y recuperar
su salud. Se hacen ilusiones los que creen que podrán seguir politiqueando de
forma antigua y que el país da para todo. Han matado la gallina de los huevos
de oro y deben resignarse a trabajar, ya se acabó la época de la jauja y los
placeres. El trabajo y la honradez serán lo único que regenerará a nuestro país
(Sixto Quesada, fundador del Banco Popular Argentino, en “Historia de los
bancos”, Buenos Aires, 1901)
Para comenzar a analizar la
política fiscal del Modelo Agroexportador, es necesario contextualizarlo, como
planteábamos en la introducción, como la etapa siguiente a la de la
consolidación nacional, y hay que recordar que la cuestión de los recursos, los
tributos, el control de las aduanas, fue uno de los puntos de conflicto entre
Buenos Aires, el gobierno central y las provincias. En ese sentido, la etapa de
consolidación nacional, previa al MAE significó en lo fiscal la
institucionalización de un sistema fiscal nacional, aunque también fue una
etapa de necesidades de construcción de infraestructura y de desafíos bélicos
que superaban las embrionarias posibilidades de recaudación y control por parte
del incipiente
Estado nacional. Es
entonces con un antecedente conflictivo con el que se desarrolla la política
fiscal del MAE; junto a un contexto político-económico de escaso control del
accionar gubernamental y de estrategias especulativas de la élite gobernante;
fue creciente el endeudamiento público y privado, culminando en la crisis de
1890, que implicó la caída en default y muchos años para su recuperación.
El principal aporte a las
arcas públicas proviene, en todo el período, de los recursos aduaneros
(derechos a la exportación y a la importación). En función de la crisis
absoluta de 1890, a fin de engrosar los ingresos fiscales y disminuir la
situación de déficit fiscal, Pellegrini realizó algunas reformas en el sistema
tributario. Se crearon tributos sobre artículos suntuarios o nocivos para la
salud (como sobre la fabricación de algunos productos como alcoholes, cerveza,
fósforos); se comenzó a cobrar un tributo a los bancos particulares y las
sociedades anónimas cuya dirección no estuviera radicada en el país. Esta
política de cargas internas tenía la intención de compensar la protección de la
que gozaban a través de los altos derechos de importación, y de relativizar
(aunque en forma mínima) la importancia de los impuestos externos o aduaneros.
Por otro lado, las provincias tenían la facultad de establecer los mismos
tributos, dándose situaciones de superposición tributaria sobre algunos
productos. La discusión pasaba por cómo se podían repartir porcentajes de lo
recaudado entre nación y provincias, sin arribar a un consenso. (Como nota de
color, hay que recordar la cuestión irresuelta de la Coparticipación de
recursos entre Nación y provincias en la actualidad).
Esta dependencia de las
arcas públicas del comercio exterior significó que en momentos críticos, como
durante la Primera Guerra Mundial, la recaudación aduanera estuvo temporalmente
pero sustancialmente restringida. Por otro lado, durante el período existireron
varios intentos fallidos de establecer un impuesto a la renta, incluso durante los
años de gobiernos radicales.
La constante del período
fue el déficit fiscal por la gran expansión del gasto público, a su vez que fue
importante el endeudamiento externo. A pesar del importante gasto público, se
trató de una política fiscal restrictiva (y no expansiva) por el carácter
limitado del Estado en la generación de fondos (con empresas públicas, por
ejemplo) y la recaudación fiscal casi exclusivamente proveniente del comercio
exterior.
Fuente: Rapoport, 2010, p. 88.
En términos generales, se
trataba de un sistema desordenado y desequilibrado, sin un presupuesto
propiamente dicho, a partir de unos recursos fiscales provenientes de un
conjunto inarticulado de impuestos, en su mayoría indirectos, sin existir un
sistema tributario articulado y coherente. Se trataba asimismo de un sistema
vulnerable, dependiente del devenir del comercio exterior, principalmente del
volumen y precios de las exportaciones, lo que a su vez implicaba una
dependencia del estado de las economías de los países compradores.
Fuente: Rapoport, 2006, p. 94.
Política monetaria
Dentro de un marco general
de política monetaria restrictiva, el período 1880-1930 no es lineal, suceden
hechos significativos que marcan la agenda de la política monetaria del
período.
El comienzo del período
significa la unificación del sistema monetario hacia 1880. Antes, existía una
dispersión de monedas en las distintas provincias. El Banco Nacional, bancos
provinciales y bancos privados, emitían distintas monedas que circulaban en las
provincias; en algunas con una actividad económica muy estrechamente ligada al
comercio exterior, incluso circulaba moneda extranjera.
Dentro de una política
librecambista, la disponibilidad de divisas y el valor de la moneda (la tasa de
cambio) dependía, como en diferentes momentos de la economía argentina, de la
situación del comercio exterior, del volumen de importaciones y exportaciones,
y los términos de intercambio, y de los flujos de dinero del extranjero, tanto
por la llegada de inversiones como por los préstamos de dinero (“empréstitos”);
las inversiones y los préstamos se focalizaron en la construcción de
infraestructura, como el ferrocarril, cuya red se
extendió exponencialmente en el período (al punto tal, que la longitud de las
vías férreas es considerada por Rapoport como uno de los indicadores para
analizar el desarrollo económico del país).
Con la consolidación
política posterior a 1880 (fue el año de la federalización de Buenos Aires,
cerrando un conflicto de décadas entre Buenos Aires, el gobierno central y el
resto de las provincias), se emprendía el camino de la consolidación de un
sistema monetario nacional. En 1881 se estableció un patrón bimetálico (oro y
plata), en 1883 se estableció el patrón oro, en función del cual se valorizaban
los billetes papel que circulaban. Esos billetes eran, entonces, convertibles a
oro, es decir que existía un sistema de convertibilidad.
Hay que tener
presente que el respaldo con que contaba este sistema monetario era la
expectativa del ingreso de oro desde el extranjero, lo cual hacía vulnerable al
sistema dado que no era respaldado por oro nacional (porque Argentina no
producía oro): el equilibrio monetario dependía de una balanza comercial
favorable.
El sistema, en
resumen, contaba con dos características principales: patrón oro y libre
convertibilidad de la moneda.
Algunas
dificultades de la política monetaria (del modelo económico en general) era la
inexistencia de un marco institucional bancario y financiero, junto a la puja
de algunos actores como los productores agropecuarios (a quienes les resultaba
beneficioso la existencia de una moneda devaluada).
El año 1885 es
un punto de quiebre por la falta de oro (“inconvertibilidad”); a partir de
entonces convivieron dos sistemas monetarios: el papel moneda nacional, para
uso interno, y el oro o la libra esterlina, que se utilizaba para el comercio
exterior.
En cuanto al
sistema bancario, desde el Banco de Buenos Aires de 1822 en adelante
proliferaron instituciones bancarias, tanto públicas como privadas. Durante el
MAE, se incrementaron las actividades crediticias de los bancos provinciales y
privados, y sobre todo del Banco Nacional y el Banco Hipotecario Nacional. En
1891, luego de la crisis de 1890 (que veremos a continuación), se creó el Banco
de la Nación Argentina. Hay que recordar la inexistencia de un Banco Central:
el BCRA se creará con posterioridad a 1930.
Algunos hitos
de la política económica del período fueron las crisis de 1873 (consecuencia de
una crisis económica mundial), 1885 (la inconvertibilidad) y 1890 (debido a la
explosión de una burbuja especulativa y el espectacular endeudamiento,
situación que fue llamada “desquicio monetario y financiero”). El enorme
endeudamiento externo era la causa determinante del descontrol monetario y
financiero. La crisis de 1890 implicó que algunos bancos importantes se
declararan en bancarrota, y que las acciones de bancos y empresas se
desplomaran, así como los bonos gubernamentales. La solución surgió con la
renegociación de los compromisos de la deuda, cuestión que se encaminó a su
resolución recién en 1892. Y, principalmente, que la balanza comercial -talón
de Aquiles del Modelo Agroexportador- comenzó a ser positiva en 1891, junto con
una importante expansión de la producción agropecuaria, resultando en el
aumento del volumen exportado.
En 1914, con el
comienzo de la Primera Guerra Mundial, luego del período de mayor prosperidad
durante la primera década del siglo XX, se tomaron medidas de emergencia como
la suspensión de la convertibilidad y otras de intervención estatal en la
economía, inusual para una política económica de corte liberal. Esta situación
de excepcionalidad culminó cuando se reanudó el nivel de exportación a partir
de la recuperación de las economías centrales.
La
interpretación sobre la última década del período, la de 1920, genera
discrepancias en la historia económica, existiendo posturas que se acercan a
una interpretación positiva, de crecimiento económico, y otras que encuentran
un período de estancamiento, en función de las diferentes variables elegidas
para realizar el análisis.
En definitiva, algunos
inconvenientes que surgían tanto de la política fiscal como de la monetaria del
modelo agroexportador, es que había un fuerte déficit fiscal producto de la
expansión del gasto público (el gasto superaba un 56% a los ingresos); que
derivaba en una importante emisión monetaria que a su vez devaluaba el valor de
la moneda. Tanto la política fiscal como la monetaria giraban en torno a la
política comercial y la vulnerabilidad de sus fluctuaciones, con el agravante
de los problemas de endeudamiento y los requisitos de los acreedores. Entonces,
tanto por lo comercial como por el endeudamiento externo, existió un fuerte
condicionamiento externo de la política interna.
Fuente: Rapoport, 2006, p. 89.
Bibliografía
Ferrer, A.
(2008) La economía argentina: desde sus orígenes hasta principios del siglo
XXI. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
Rapoport, M. (2006).
Historia económica, política y social de la Argentina (1880-2003). Buenos Aires:
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Rapoport, M.
(2010). Las políticas económicas de la Argentina. Una breve historia. Buenos
Aires: Editorial Booket.
Romero, R.
(2016). Economía Política Teoría, conceptos y políticas económicas [borrador].
Buenos Aires: Ricardo Romero.
Weber, M. (1973). Ensayos
sobre metodología sociológica. Buenos Aires. Amorrortu Editores
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