Programa

Economía Política CNBA - Propuesta Ricardo Romero

Presentación

El curso está estructurado para el calendario académico del Colegio y en base a los contenidos mínimos del Plan de Estudios, que se compone de tres partes y seis unidades.

El abordaje de la materia se realiza bajos dos ejes generales. En primer lugar: se exponen las diferentes corrientes teóricas del pensamiento económico, delimitando el campo de “lo económico” y la forma de abordaje del mismo, realizado por parte de la Economía Política y la Economía. Incluyendo algunas visiones de economistas argentinos. A la vez, los conceptos elaborados por las distintas escuelas se estudiaran directamente desde las fuentes bibliográficas, se analizarán su aplicación práctica tanto en su contexto histórico y como en la actualidad.


En segundo lugar, se profundizan los conocimientos aportados por el instrumental teórico y técnico desarrollados por la macroeconomía y la microeconomía. A su vez, se delimitan los mecanismos de Políticas Económicas en materia fiscal, monetaria y de comercio internacional. Se indaga sobre la formación de la economía moderna en general y la evolución de la historia económica argentina en particular. Se busca desplegar los conocimientos adquiridos, en la búsqueda de un análisis crítico al desarrollo económico actual y la viabilidad, o no, de políticas económicas alternativas.

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Propuesta Ricardo Romero

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martes, 11 de octubre de 2016

Pensamiento Económico Latinoamericano. Aportes de autores argentinos

Pensamiento Económico Latinoamericano. Aportes de autores argentinos
Ricardo Romero[1]
Palabras clave: Pensamiento, Económico, Argentino

Nos proponemos en la ponencia recuperar aportes realizados por autores argentinos al pensamiento económico latinoamericano. Generalmente, las exposiciones centran su abordaje desde una comprensión eurocéntrica, que van desde la tradición greco-romana y especialmente los desarrollos modernos de las escuelas clásicas, neoclásicas y modernas.
Consideramos que diferentes intelectuales argentinos pueden ser recuperados e incorporados en el desarrollo del pensamiento económico, mundial y latinoamericano, desde los inicios mismos de la nación hasta la actualidad.
Es así, que se podemos traer a la actualidad a quien es considerado el primer economista argentino, Manuel Belgrano, que desde su cargo en el consulado va a reflexionar sobre su realidad y ampliar su formación recibida en Salamanca con proyecciones teóricas, como su visión del valor, como de propuestas de políticas de desarrollo, en lo que refiere a acciones para formación de la nueva nación. Desde ese punto de partida, nos proponemos sumar los aportes realizados por Silvio Gessell, Alejandro Bunje, Raúl Prebisch, Julio Olivera y Aldo Ferrer.
La lista no pretende excluir a otros pensadores o intelectuales, sino que es una selección devenida a reflexiones sobre problemas de desarrollo actual que atraviesan los países latinoamericanos en general y Argentina en particular, a fin de observar sus aportes en las políticas económicas actuales.
En tal sentido, esperamos con la ponencia, sumarnos al llamado de aportes del pensamiento económico latinoamericano para propiciar el desarrollo sustentable de nuestras naciones, en momentos en que se dirimen proyectos económicos orientados a la inclusión y a la integración de los pueblos del continente frente a otros centrados en el libre comercio y a la apertura y condicionamiento de los imperios centrales.
Como estrategia de abordaje, se realizará una contextualización histórica de los intelectuales mencionados y se describirán los principales aportes conceptuales de los mismos.

Manuel Belgrano 1770-1820
Este autor argentino escribe en plena transición del mundo medieval al capitalismo industrial. Si bien Manuel Belgrano es relacionado con el pensamiento fisiócrata, por su paso en la Universidad de Salamanca y la traducción que realizó de las obras del francés Quesnay, “Máximas generales del gobierno económico de un reino agricultor” y “Principios de la Ciencia Económico-Política”, ideas que aportaban la visión macroeconómicas de la “Tabla Económica” que describía la producción y circulación de la riqueza entre las distintas clases sociales.
Sin embargo, en las ideas de Belgrano se combina la propuesta de estímulo de la agricultura junto a la industria y la protección del comercio, en sus palabras: “Fomentar la agricultura, animar la industria, y proteger el comercio, son los tres importantes objetos que debe ocupar la atención y cuidado de V.S.S. […]. Son  las tres fuentes universales de la riqueza” (Memorias del Real Consultado de Buenos Aires, 15/6/1796). Belgrano denominada “artes” a la industria y la relación con la agricultura la describe cuando dice “La agricultura es el verdadero destino del hombre […]. Todo depende y resulta del cultivo de las tierras; sin él, no hay materias primas para las artes, por consiguiente la industria que no tiene como ejercitarse, no puede proporcionar materias primas para que el comercio se ejecute. Cualquiera otra riqueza que exista en un Estado agricultor, será una riqueza precaria” (Memorias del Real Consultado de Buenos Aires, 15/6/1796).
Sin embargo, en lo que respecta a la teoría del Valor, pese a haberse formado en la escuela liberal smithiana, Belgrano no diferencia valor de uso y valor de cambio como lo hace dicha visión clásica. Más bien se acerca a la visión subjetiva de escuela neoclásica que tendrá vigencia a finales de siglo, cuando centra la definición del valor en relación al precio. En su artículo del Correo de Comercio, Nº 27 del 1/9/1870 sostiene: “Ninguna cosa tiene valor real, ni efectivo en sí mismo, sólo tiene el que nosotros le queremos dar; y éste se liga precisamente a la necesidad que tengamos de ella, a los medios de satisfacer esta inclinación; a los deseos de lograrla y a su escases y abundancia;…”
Además, si bien se lo acusa de liberal, tiene una visión proteccionista respecto del comercio. Sostiene “Las restricciones que el interés político trae al comercio no pueden llamarse dañinas. Esta libertad tan continuamente citada, y tan raramente entendida, consiste sólo en hacer fácil el comercio que permite el interés general de la sociedad bien entendida. Lo demás es una licencia destructiva del mismo comercio”. (Belgrano, 1963, p. 223)

Silvio Gesell 1862-1930
Si bien Silvio Gesell nación en St. Vith, región de Malmedy, ubicada en la convergencia de Bélgica, Luxemburgo y Prusia en 1962, hacia 1885 se radica Buenos Aires hasta 1930. Sería aquí donde Gesell centraría su interés en el estudio de la crisis financiera que padeció la economía argentina en 1890, sería con John M. Keynes que en su “Teoría general de la ocupación, el interés y el Dinero” de 1936 lo citaría explícitamente “Es conveniente citar aquí al raro e indebidamente olvidado profeta Silvio Gesell (1862-1930), cuyo trabajo contiene destellos de profunda perspicacia y estuvo al borde de captar la esencia del asunto. En la posguerra sus devotos me bombardearon con copias de sus trabajos... (en ellos ) no logré en absoluto descubrir sus méritos... su importancia no se me aclaró hasta que yo hubiese llegado a formular mis propias conclusiones a mi manera. Entretanto, como otros economistas académicos, juzgué sus esfuerzos profundamente originales...” (Keynes, op. cit., p. 312).
Cabe destacar que Gesell formó parte del efímero gabinete soviético de Baviera como Ministro de Hacienda en 1919 en el marco de la firma del Tratado de Versailles con un contexto de crisis económica profunda. Sus ideas ideas se difundieron velozmente hasta generar un movimiento doctrinario que realizó un encuentro en Basilea en 1923 y que valió el reconocimiento del economista norteamericano Irving Fisher, como sostiene Keynes, quien rescata como obra principal “El orden económico natural por libre tierra y libre moneda”. Según Keynes: “...Gesell... distingue claramente entre tasa de interés y eficiencia marginal del capital.” Y amplía Keynes: “Luego indica, dice Keynes, que la tasa de interés es un fenómeno puramente monetario y que la peculiaridad del dinero, del cual emana la importancia de la tasa monetaria de interés, reside en el hecho de que su propiedad como medio de atesorar riqueza, impone a quien lo tiene gastos de conservación despreciables...” “...y que formas de riqueza tales como la existencia de bienes... no tienen dichos gastos de conservación.” (Keynes, p. 314).
Y resulta relevante el siguiente rescate que realiza Keynes de Gesell: “La estabilidad de la tasa de interés a través de los tiempos... es prueba de que la tasa de interés no depende de caracteres puramente físicos como el capital... sino que depende de caracteres psicológicos constantes...” “...en tanto que... la curva de la eficiencia marginal del capital no ha fijado la tasa de interés y... ha acrecentado las existencias de capital real (cosas).” (Keynes, p. 314).
Las ideas de Gesell permitieron incentivar la visión keynesiana que atacaba el capital de interés, que en expresada por Keynes buscaría que “el crecimiento del capital real (físico no monetario) está refrenado por la tasa de interés.” “Si se eliminara este freno el crecimiento del capital real (físico no monetario) sería en el mundo moderno tan rápido que probablemente se justificaría una tasa igual a cero.” (Keynes, p. 315).
A tal fin, Gesell buscaba reducir la tasa monetaria de interés con la propuesta de genera un dinero que incurra en costos de conservación, del mismo modo que bienes infecundos, dejando como propuesta más acabada la emisión de billetes sellados a plazo, donde “El costo de estas estampillas podría fijarse... en función al excedente de la tasa monetaria de interés (fuera de las estampillas) sobre la eficiencia marginal del capital... en una ocupación plena.”

Alejandro Bunje 1880-1943
En plena crisis del modelo agroexportador, ante las secuelas de la Primera Guerra Mundial y la debacle de Gran Bretaña, sería el Ingeniero Bungue quien cuestionaría las ideas de su generación en los años veinte, especialmente al establishment librecambista, con  propuestas industrialistas y proteccionistas, a través de sus artículos publicados en la Revista de Economía Argentina, que la fundó en 1918 y la dirigió hasta su muertes en 1943, llegando a existir hasta 1952.
Criticaba la visión de hipotecar el desarrollo nacional por una ventaja inmediata y sostenía la necesidad de una reorientación que requería de la intervención del Estado para trascender el desarrollo agropecuario intensivo y avanzar hacia una industrialización, orientada en materias primas primero y luego hacia una diversificación. (Llach, 2004).
A su vez, Bunge es pionero en proponer la necesidad de una “Unión Aduanera del Sur” como búsqueda de autonomía y poder de los países sudamericanos a través de una unidad económica que contrarreste posibles creaciones de uniones en Europa, propuesta por el gobierno alemán en 1926, o una articulación norteamericana.
En palabras de Bunge, la integración consistiría en “una unión aduanera de la Argentina, Chile, Uruguay y Paraguay. Se uniformarías las tarifas aduaneras de acuerdo con los derechos más altos en cualquiera de esos países para cada artículo, y las modificaciones futuras se adoptarías por una comisión permanente” (Bunge, 1940, p. 279).
Con un artículo en La Nación del 21 de octubre de 1926, Bunge sostenía que esta política estaba destinada a promover una política progresiva hacia la “Unión Económica Europea”, sostiene: “En ningún caso le cuadraría el título de Unión Económica Internacional...y representa el resurgimiento de viejas ideas imperiales, en particular de los pueblos de habla alemana... trataríase, a mi juicio, de preparar el camino a un “Zollverein” europeo...La desventaja de las grandes potencias europeas (en particular de Alemania) y el cuadro de contraste–frente al grado de prosperidad y expansión industrial alcanzado por los Estados Unidos - las ha movido a considerar su situación similar como un problema común.” (La Nación, 21/10/1926).
Estas ideas son reimpulsadas por Alejandro Bunge en la edición de su clásico libro “Una nueva Argentina” de 1940, donde reactualiza la propuesta con bases estadísticas que llegan hasta 1938 con proyecciones de lo que implicaría una unidad sudamericana en términos de producción, mercado, transportes y libre circulación. En esta oportunidad, suma a la propuesta a Brasil como un socio más.

Raúl Prebisch 1901-1986
Con la superación del modelo agroexportador y el proceso de industrialización en Argentina y América Latina, el pensamiento de Raúl Prebisch se instaló en agenda en los países como estrategia de desarrollo, apoyado en su rol estratégico como secretario general de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) que impulsó, a través de la Revista que dirigió, reflexiones y estrategias de fortalecimiento de políticas de promoción industrial para la producción de bienes y servicios provistos en el mercado internacional.
Contrario a las visiones librecambistas que focalizaban el desarrollo en la inserción a la división internacional del trabajo, junto a Hans Singer formuló la “Teoría de la Dependencia”, sosteniendo que las empresas coloniales y el comercio internacional condicionan el desarrollo económico de los países latinoamericanos, al orientar las exportaciones a sus tendencias expansivas, provocando un crecimiento desequilibrado, donde los países del tercer mundo caen en estado de “dependencia” de la demanda de materias primas y oferta de manufacturas del primer mundo, generando una relación de “centro-periferia”.
En tal sentido, los países latinoamericanos se ven perjudicados durante la crisis del treinta por la pérdida de lo que Prebisch denominó “Términos de Intercambio”, sencillamente expresado en la caída de precios de las materias primas y suba de los bienes y servicios manufacturados. Pero la importancia de Prebisch reside en sostener que esto no era un efecto coyuntural sino una tendencia estructural de la relación de dependencia (Prebisch, 1981).
Así, la preocupación por la industrialización en América Latina pasa a ser centro de su preocupación y se expresa durante los años sesenta en sus escritos: Nueva política comercial para el desarrollo (1964), La industrialización y la necesidad de exportar manufacturas (1964), Hacia una dinámica del desarrollo latinoamericano (1964).
Julio Olivera 1929-2016
Promotor de la carrera de economía política en la Universidad de Buenos Aires en 1958, estuvo a cargo de la materia “Dinero, Crédito y Bancos” que fue centro de reflexión sobre las tendencias inflacionarias en los países latinoamericanos, llegando a formular un modelo no monetario de inflación en 1964. A su vez, con su trabajo de 1967, “Money prices and fiscal flags” establecía una relación de deterioro en la recaudación tributaria por efecto inflacionario, eje que fue profundizado diez años después por el italiano Vito Tanzi. El deterioro se produce por el desfasaje del “precio del gasto” con el valor real del “impuesto percibido efectivamente”, punto que debe ser considerado en una estabilización monetaria.
Su principal legado fue pensar estructuralmente el problema de la inflación y críticamente la noción de crecimiento. Ideas que permiten salir del manual neoclásico, que centra el problema en la emisión monetaria, para comprender los problemas estructurales de inflación que tiene Argentina en su relación con la economía internacional. En tal sentido, es necesario entender que un país exportador de alimentos al retirar las retenciones trasladará los precios del mercado mundial al interno, provocando inflación, sencillamente porque el productor prefiere vender al exterior en dólares antes que aquí en pesos.
Siguiendo el manual, alguien podría reducir esto a una inflación de costos, sin embargo, hay que observar la oligopolización que presenta la economía argentina, donde diez empresas junto a cuatro cadenas de distribución pueden trasladar estos precios y/o pueden decidir desabastecer el mercado local para sustanciar ganancias en dólares. Esto afecta a trabajadores, principales demandantes de alimentos, quienes pierden poder adquisitivo y se empobrecen, porque consumen menos, a costa de empresarios que ganan más, en tanto no logren compensar la caída salarial en paritarias. La redistribución regresiva del ingreso es un efecto inmediato de la suba de precios de alimentos que se consolida en largo plazo si no se compensan los sueldos.
A su vez, en plena crisis de 2001 como parte del Plan Fenix de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, Julio Olivera sostuvo: “lo que está en debate no es una postura ideológica –estatismo contra liberalismo, planificación central versus economía de mercado- sino una cuestión científica susceptible de ser tratada objetivamente. Su análisis contribuirá a la dilucidación de la realidad económica argentina y de las posibles opciones a las políticas económicas convencionales”. Como planteo crítico a las teorías cuando dijo: “coinciden, aunque por distintas razones, el estructuralismo y el monetarismo. En virtud de la denominada “ecuación del cambio”, sobre la cual se basa la teoría monetaria de la inflación, dado el incremento de la oferta monetaria y de la velocidad de circulación del dinero, cualquier disminución de la tasa de crecimiento económico determina un ascenso, nunca una disminución, del ritmo de aumento de los precios”.
A su vez, abordaba críticamente el concepto de crecimiento, al sostener: «Aunque ordinariamente se utilizan de modo indistinto las expresiones "crecimiento", "desarrollo", "progreso" y "evolución económica", trátase en realidad de fenómenos diferentes, que deben deslindarse con la mayor precisión posible. Proponemos, con tal objeto, el siguiente criterio de distinción: 1) crecimiento económico es la expansión del producto social como función del tiempo; 2) desarrollo económico, el aumento de la razón del producto social actual al producto social potencial, ambos como función del tiempo; a su vez el producto social potencial, puede definirse de varias maneras; 3) progreso económico, el aumento en el grado de satisfacción de las necesidades sociales; 4) evolución económica, el proceso de cambio cualitativo en la organización económica de la sociedad. Un país puede crecer sin desarrollarse, crecer y desarrollarse sin progresar; crecer, desarrollarse y progresar sin experimentar cambios de estructura, es decir evolución”.

Aldo Ferrer 1927-216
El problema del crecimiento también formó parte de la preocupación de Aldo Ferrer. En su tesis doctoral abordó la problemática y sus conclusiones formarán parte del libro “El Estado y el desarrollo económico”. Allí construye una visión que centra la comprensión del crecimiento económico en los países latinoamericanos bajo la “necesidad de un cuerpo sistemática de doctrina para interpretar y trazar normas para la acción gubernamental en la economía, ni la política económica de los distintos países ha tenido sentido claro ni propósitos muy definidos” (Ferrer, 1956, p. 7).
Como contrapunto de una visión clásica, en las economías latinoamericanas el capital privado no puede ser el agente dinámico esencial del progreso económico. En sus palabras: “El desarrollo de las economías atrasadas exige un intenso esfuerzo colectivo de estímulo y organización de las capacidades productivas, que dada la debilidad de la empresa privada, sólo puede ser puesto en marcha por el Estado. Por otra parte y aunque parezca paradójico, el fortalecimiento de la empresa privada y su aporte efectivo al progreso económico y social depende de que el Estado cree las condiciones básicas que lo permitan” (Ferrer, 1956, p. 8-9). Así, el pensamiento de Ferrer aportó en la expansión del pensamiento desarrollista de los años sesenta.
Sin embargo, a la visión industrialista del cepalismo, Ferrer sostendrá la necesidad de un crecimiento “integrado”. Comprendía que la insuficiencia del desarrollo de industrias dinámicas lo que tendía al desequilibrio y provocaban el estrangulamiento externo y un correlato inflacionario y complicaciones financieras. En tal sentido, sostenía Ferrer: “Ahora sabemos además que para sentar las bases de un desarrollo sostenido no basta con una industrialización concentrada en las manufacturas pasivas o impulsadas, como postulaba la CEPAL inicialmente. (…) el pobre desarrollo de las ramas dinámicas la economía nacional se estancó en el largo plazo y "no será posible quebrar el estancamiento sin un esfuerzo vigoroso de expansión de las dinámicas y de integración de la estructura económica" (Ferrer, 1964).
A su vez, Ferrer avanza a la idea de un modelo de crecimiento “integrado y abierto” que proponía superar la lógica sustitutiva de la industrialización por una consolidación de las capacidades exportadoras de la industria. Consideraba que el desarrollismo encontraba su límite en el mercado internismo por la diferencia de crecimiento del sector industrial respecto al sector exportador (preponderantemente primario), lo que provocaba el estrangulamiento por falta de divisas que, en palabras de Ferrer,  "obstaculiza la acumulación de capital, particularmente en los sectores básicos de infraestructura, debido a la dificultad de importar maquinaria y equipos de exterior", y que "provoca un creciente nivel de endeudamiento con el exterior que gravita severamente sobre el balance de pagos"  (Ferrer, 1970).
Con el regreso del neoliberalismo en los años noventa, Ferrer se convirtió en uno de los más activos críticos de la globalización y sus efectos negativos sobre los países periféricos. También miembro del “Plan Fenix” sostuvo que la mejor opción para las economías latinoamericanas era orientarse a vivir con lo que tienen y consolidar su base de desarrollo.
A manera de conclusión
Realizado un breve recorrido por conceptos aportados desde el pensamiento económico argentino, se reafirma la pretensión de no acotar la problemática a los autores citados o a las temáticas abordadas, sino, por el contrario, se busca establecer un punto de partida a la necesaria recuperación de las reflexiones autóctonas y el llamado de comprensión a fenómenos propios de países latinoamericanos.
Se pretende incentivar al estudio e investigación de visiones que problematizan la situación de crecimiento económico de los países latinoamericanos, centrando en comprender sus condicionamientos propios y las salidas adecuadas que responden a situaciones y características exclusivas y que no pueden ser abordadas por recetas pensadas para condicionamientos de países centrales.
Por eso, consideramos el comienzo de un trabajo que debe abocarse a pensar la realidad argentina y latinoamericana para poder generar políticas propias que nos permitan salir del constante regreso de recetas que nos llevan al fracaso. Con ese horizonte nos encontraremos en próximos trabajos.  
 Ciudad de Buenos Aires, primavera 2016

Bibliografía
·         Belgrano, Manuel. (1963) Escritos Económicos. Buenos Aires, Circulo Militar.
·         Bunje Alejandro, Una nueva Argentina, Bs. As., 1940.
·         Ferrer, Aldo, El estado y el desarrollo económico, Raigal, 1956.
·         Ferrer Aldo, "Industrialización y desarrollo", Pregón, 28 de junio de 1964.
·         Ferrer Aldo, "Desarrollo de las industrias básicas y la sustitución de importaciones" en Mario Brodersohn,Estrategias de industrialización para la Argentina, Buenos Aires, Editorial del Instituto, 1970. 
·         Gesell, Silvio. “El Orden Económico Natural por Libretierra y Libremoneda” - Tomo I “El dinero tal cual es” y Tomo II “El dinero como debe y puede y ser” “La teoría libremonetaria de interés”, traducción castellana de la 7ª edición alemana, editados por Ernesto Fridolim Gesell (hijo de Silvio Gesell) en Buenos Aires, 1936.
·         Keynes, Jhon M. Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero – Edición del Fondo de Cultura Económica – México 1974.
·         Llach, J.J., “Alejandro Bunge, la Revista de Economía Argentina y los orígenes del estancamiento económico argentino”, Valores, (59), mayo 2004.
·         Olivera, Julio HG, “Money prices and fiscal flags”, 1967.
·         Olivera Julio HG,  en “El Trimestre Económico”, Vol. XXVI (3), No. 103, México, 1959.
·         Prebisch, Raúl,Capitalismo Periférico: crisis y transformación, FCE, México, 1981.





[1] Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini –ESCCP / Colegio Nacional de Buenos Aires-CNBA / Universidad de Ciencias Sociales y Empresariales –UCES politologoromero@gmail.com www.ricardoromero.com.ar

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